De las piezas que componen un ordenador doméstico, la que mayor fama tiene es el procesador. De hecho, muchas veces llamamos a todo el ordenador por el nombre del procesador que lleva. ES el cerebro, es quien se encarga de realizar casi todas las operaciones que tienen lugar en un ordenador. Normalmente es conocido cómo unidad central de proceso (CPU en inglés) o, como ya la llamamos, procesador. La aparición de las CPU se data aproximadamente hacia 1950, con el ordenador EDVAC, y tenían circuitos formados por relés y tubos de vacío.
La llegada de los transistores y la tecnología del circuito integrado revolucionó toda la industria informática, permitiendo mayor integración de componentes y mayor complejidad de diseño, es decir, menor tamaño del circuito físico y mayor funcionalidad en la CPU. La arquitectura actual de estos se conoce como x86 que fue comercializada por primera vez en el año 1978.
Esta base se fue desarrollando hasta llegar a los procesadores actuales multinúcleo y de 64 bits. Las empresas dominantes en este aspecto son Intel y AMD, con sus Pentium Core 2 y Athlon 64 X2, que contienen cientos de millones de transistores integrados en el mismo circuito, y que están llegando al límite de integración para la tecnología de fabricación con silicio.
Simplificando mucho podemos verlo como un conjunto de calculadoras independientes que trabajan en conjunto, capaces de hacer muchas operaciones distintas. En este símil nos vamos a encontrar con una calculadora principal y unas cuantas de propósito específico, usadas por la primera. De esta forma tenemos las unidades de control, unidades aritmético-lógicas, unidades de como flotante (números decimales) que trabajan para el procesador, usando los registros (memorias que pueden guardar un único dato) para comunicarse entre ellos y la memoria cache para comunicarse con el exterior (la placa base, de la que ya hablamos).
Una de sus características más conocidas es la velocidad de funcionamiento o velocidad de reloj. Se mide en ciclos por segundo o Herzios, que son una medida de frecuencia. Actualmente superamos los 3 GigaHz, es decir, tres mil millones de ciclos por segundo. Aunque no es un dato definitivo sobre el rendimiento de un procesador, bajo una misma familia de procesadores a mayor velocidad de reloj, mayor rendimiento.
No existe una correspondencia exacta sobre el ciclo de reloj y el número de instrucciones ejecutadas, ya que ciertas operaciones requieren de varios ciclos para ser completadas, algunas unidades aritméticas pueden trabajar al doble de la velocidad del procesador y existen, además, avances en la arquitectura, como la segmentación o el paralelismo a bajo nivel, que aumentan las instrucciones procesadas por ciclo y, por lo tanto, el rendimiento. Podemos asegurar, por lo tanto, que estamos ante una pieza electrónica muy compleja y en la que se dedican muchos esfuerzos.
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